De palabra en palabra
describía la plaza y la iglesia,
la nube y el búho.
De colores pasteles pintaba
el retrato entre comas y puntos,
y retrocedía y miraba la hoja
como quien un cuadro
aprecia con orgullo.
Y si todo estaba así como quería,
entonces volvía.
Una firma rápida y ahí sí,
sonreía.
Posdata escribía
y el viento paraba y la luz volvía.
Ahora escribía feliz como nadie.
En aquellas tarde
distantes de otoño
cuenta la leyenda
que el hombre sin nombre
vivía en las locas
letras de su mundo.
Lis Anselmi
Gracias Lis, por tu aporte.! Como yo lo llamo
ResponderEliminartiene "estilo propio".!!!
ETEL