En el aposento alto
esperaban los ciento veinte con María
al Paráclito, por Jesús prometido
que sobre cada uno de ellos se posaría.
Estaban en oración
con temor y fe profunda
a que bajara con su unción
el Espíritu que todo lo inunda.
Trueno, fuego, tormenta de gracia
llovizna de dones, carismas
nuevas lenguas y cantos
descendiendo el Amor, que todo sacía.
Gesta huracanada del Santo Espíritu
que se entrega dando vida
a un pueblo esperanzado
que hoy, como ayer en El confía.
Ma. Etelvina Gimenez
Ruego que el Esp.Santo, descienda como llamas de fuego, sobre todos
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ETEL