Señor, Amado Jesús
que desde la Ultima Cena
hasta la muerte en la Cruz
quisiste dejarnos un tesoro
alimento para el cuerpo y el alma
tu cuerpo y sangre,
màs valioso que un lingote de oro.
Humilde y sencillo
partiste el pan
y lo repartiste,
la copa compartiste
"éste es mi cuerpo
y ésta es mi sangre" dijiste
con amor nos lo dejaste,
a cambio, nada pediste
sólo que de él nos alimentáramonos
para que así fortalecidos
siempre nos gozáramos.
Esa consagración
del pan en tu cuerpo
y el vino en tu sangre
es tu dulce llamado
que se hace presencia
en cada Misa
en toda su esencia.
Sólo así, Señor
estás vivo y real dentro nuestro
llenándonos de Fe y Esperanza,
tu rostro contemplar
viviendo una infinita Caridad
para a todos amor poder brindar...!
Ma. Etelvina Gimenez
En esta Semana Santa, dedicado a todos los que lean el blog...!
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