Cuando te encontré
al instante, de ti me enamoré
descubrí que siempre te había amado
comencé a caminar a tu lado
a servirte, mi vida dedique.
Puse las manos en el arado
sembrando la buena semilla
en este camino sagrado
cumpliendo así mi misión
poniendo en ello, todo el corazón.
Antes, presentando a los hermanos
la Palabra, luz de la Verdad
hoy, entre poemas, comentarios, poesías
anunciándote como el Dios Bueno
el Dios de la Vida.
Ese es mi misionar
a todos, sin acepción llegar
el Evangelio predicar,
seguirte por siempre
sin titubeos, ni vacilar.
Ma. Etelvina Gimenez